Mariano de Paco: “Soy un poco friki montando”

No para. No deja de moverse alrededor de los actores, los mira por delante, por detrás, los rodea, los observa, los escucha, cualquier cosa que ocurra en el ensayo se puede transformar de repente en una idea brillante que podrá hacer reír al espectador, bueno… al espectador, y a todo el que está presente en el ensayo. Los actores ríen a carcajadas en los ensayos, la obra ‘El domador domado’, lo permite, pero las ocurrencias de Mariano lo fomentan. Ha regresado al Aula de Teatro de la Universidad de Murcia para dirigir esta adaptación de la segunda parte de ‘La fierecilla domada’, y con ello ha vuelto la vista atrás, a sus orígenes, a aquel TEU (Teatro Español Universitario) que le vio nacer como director. Se le nota en los ojos, es feliz.

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Empezaste en el Aula de Teatro de la Universidad ¿qué recuerdos tienes?

Toda mi formación teatral ha sido de Teatro Universitario, por lo que volver aquí tiene un plus de felicidad, encontrarme con la gente nueva que ha ido pasando por el TEU y encontrarme con mis orígenes. Soy uno de los pocos directores de teatro que ahora mismo se dedican profesionalmente a esto y que se ha formado aquí, porque ahora casi todos salen de la ESAD. Estoy muy contento porque la veo muy arraigada, empezamos en el 89, en un momento en el que no se sabía dónde iba a llegar este viaje, y la verdad es que sigue navegando y está muy bien.

¿Cómo te animas a sumarte a esta aventura?

Estaba en 3º de BUP y César Oliva me animó a unirme al grupo de teatro, había hecho algo en el instituto y me pareció muy interesante. Desde muy joven sabía que para lo que yo no estaba llamado era para la interpretación, que lo mío era dirigir, lo que no sabía es que iba a acabar siendo director. Estuve en 3º de BUP, COU y durante toda la carrera de Derecho, lo fui compatibilizando todo en un momento en que el TEU tuvo mucha repercusión; viajábamos mucho, nos convertimos en compañía semiprofesional, hicimos una gira por Nueva York, Canadá, Puerto Rico, México y la formación fue muy interesante y muy integral.

¿En qué momento la dirección gana al Derecho?

Cuando se cumplen los 50 años de ‘Historia de una escalera’, de Buero Vallejo, dirigí un semimontado de la obra en un Congreso que se hizo en Murcia para conmemorarlo, con profesionales del Teatro de Murcia: César Oliva, Jacobo Fernández, gente de la ESAD, del Aula de Teatro, del Teatro Romea… Parece que salió bien y un productor, Robert Muro, que estaba en el Congreso, me llamó al tiempo para que fuera a Madrid a hacer una ayudantía de dirección. Fui a hacerla y no he vuelto. Terminé la carrera, me colegié pero nunca he ejercido. Lo que pasa es que el Derecho me ha servido para la gestión cultural, he sido gerente del Festival de Almagro, he dirigido la Feria de Artes Escénicas de Madrid, he trabajado en producción en el Centro Dramático Nacional, y el tener Derecho sí me valía, pero como abogado no he ejercido nunca.

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Vienes de dirigir actores muy conocidos y ahora te vemos rodeado de estudiantes, ¿cómo es el cambio?

Vengo de dirigir experiencias muy interesantes, ‘La Celestina’ , con Gemma Cuervo; ‘El caballero de Olmedo’, con una actriz joven que ahora está pegando mucho, Marta Hazas; y ‘Carlota’, con Carmen Maura, a ella la convencí de que volviera después de más de 30 años sin hacer teatro. Hice la gala de los Premios Max del año pasado donde monté un macro espectáculo, creo que es la vez que mejor me lo he pasado en mi vida, con acróbatas, bailarines, actores, una barbaridad. Después de eso he dirigido una especie de trabajo fin de carrera en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y ahora esto. La verdad es que está siendo una experiencia muy placentera, porque el modo de trabajo es totalmente diferente, quizá el modo de dirigir mío no lo sea, lo que me has visto hacer aquí ahora lo hacía con Carmen Maura, con Gemma Cuervo, lo hacia en los Max… pero sí la recepción que tiene el actor, en este caso estos actores tan jóvenes, de lo que tú les estás dando, y se nota una energía muy positiva, de “vamos a darlo todo”. Por general los actores son muy activos, hay muy pocos que no te den, pero esta energía joven, de TEU… ya los ves, se lo pasan bien, están centrados, el interés por lo que están haciendo cuando no están ellos en acción dramática se nota mucho. Cuando estás en una compañía profesional, normalmente, uno se va a tomar un café y aquí aún siguen llamando para ver si pueden venir a ver los ensayos, y a mí me está revitalizando pero también lo otro, ponerte delante de Carmen Maura y verla entrar… yo la veía y me decía “es que viene a que la dirija”, y yo “Buenas tardes, buenas tardes…” eso también te hace afianzarte.

¿Cuál es esa anécdota con Carmen Maura?

Cuando leí ‘Carlota’ pensé: “tengo que encontrar una actriz que se parezca a Carmen Maura, porque es clavada”, me recordó a ella inmediatamente. Me encontré con su representante y me dijo: “la llamamos a ver si lo quiere hacer, porque lleva tiempo queriendo hacer teatro”; y digo: “pues venga”. La llamamos, al día siguiente dijo que lo hacía porque Carlota fue el primer personaje protagonista que hizo en el Teatro Universitario cuando empezó y le hacía mucha ilusión. Fue como una conjunción del destino muy bonita.

Tus padres, Mariano de Paco y Virtudes Serrano, han dedicado su vida profesional al estudio del Teatro, ¿crecer en este ambiente te predispone a ir por ese camino?

Me dedico a esto porque lo he mamando desde muy pequeño, es verdad que mi hermano también lo ha vivido y es informático y no quiere ir al teatro, al contrario que mi hermana y yo: ella dramaturga y yo director. Mis padres, desde la parte de la teoría, se han dedicado a eso siempre. Yo me recuerdo con cuatro o cinco años, en la empalizada del Festival de San Javier, entrando a ver obras de teatro y en el Festival de Almagro, en Mérida, viendo las estanterías de mi casa con los libros de teatro, no los leía entonces, pero ahora cuando los consulto, los recuerdo. Sin duda ha tenido mucho que ver en mi decisión profesional.

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¿Cómo es dirigir textos de tu hermana, Diana de Paco?

Eso fue muy curioso, porque el Premio Palencia de Teatro lo había dirigido en dos ocasiones, mi hermana se presentó pero yo no lo sabía. Al ganador le estrenan la obra en el Festival, y me llamaron para que dirigiera la obra que ganara, pero no sabía que iba a ser la de mi hermana porque se entregan los textos con plica y no sabes quien es el autor. A partir de ahí, el trabajo fue estupendo, con ella hice ‘La fierecilla domada’, una versión estupenda, y ahora esta. Nos entendemos muy bien, y, lo que tiene que haya contacto directo, pues la llamo: “oye, que te voy quitar esto”, o “escribe un prólogo”. Creo que es una gran dramaturga, tiene un teatro del humor absurdo que es interesantísimo. ‘Obsession Street’ funcionó muy bien.

El humor es algo que os une

Yo soy un poco friki a la hora de montar, y ella a la hora de escribir, es un humor muy impregnado de una ironía que hemos vivido en casa, de mi padre, que tiene una vena muy irónica y eso al final te va forjando el carácter. Aunque también sabemos ser serios, y yo también he hecho grandes dramas, a mí me gusta mucho hacer obras divertidas.

Has trabajado mucho con Eduardo Galán, ¿qué aporta trabajar tan a menudo con un mismo dramaturgo?

Mi historia con Eduardo Galán es una historia de encuentro y desencuentro. Nos encontramos en un momento y durante unos años hemos estado colaborando, creo que ha sido una colaboración muy fructífera para los dos, para mí como director porque tenía la seguridad de que cada año iba a tener uno o dos espectáculos, porque él es productor; y él tenia la seguridad de que un director solvente, o que le gustaba, iba a trabajar sus textos y al estar trabajando juntos han salido textos de la colaboración de los dos. Pero me di cuenta de que nuestra formas de trabajar, de ver el teatro, de enfrentarnos a lo que es nuestra profesión… eran muy diferentes. Tomamos caminos separados a partir de ‘El caballero de Olmedo’, que fue para mí un trabajo muy bueno, por lo que pude hacer en el escenario, y muy malo por lo que viví con Eduardo, porque se produjo un desencuentro de puntos de vista profesionales. Sí, durante un tiempo fue una colaboración fructífera y buena para los dos y se acabó.

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“El caballero de Olmedo” se suspendió justo en Murcia…

Y ese fue el detonante para que yo abandonara a Eduardo y su camino. Creo que nunca se debió suspender en Murcia, el responsable fue él como productor, y eso no se lo perdono, porque es muy ciudad, mi espectáculo, era un fin de semana muy importante porque estaba en el Teatro Circo Julio César. Me vine una semana antes, hubo un despliegue en prensa enorme, una doble página con Mario Gas y conmigo, para mi era muy importante, la jugarreta que hizo Eduardo en ese momento no fue correcta, creo que se podía haber evitado la suspensión y más tratándose de mi ciudad.

Como decías también has trabajado en el lado opuesto, el de la gestión, ¿cómo se ven las cosas desde el otro lado?

En eso ha tenido mucho que ver mi formación en el Teatro Universitario porque aquí haces de todo, y eso está muy bien. En la Escuela de Arte Dramático, desde el punto de vista teórico, la formación es muy amplia, pero luego el que hace interpretación hace interpretación, el que hace dirección hace dirección… pero aquí hacíamos de todo, hemos actuado, hemos puesto luces…y aprendes también lo que es la parte de producción y gestión teatral. Agradezco mucho esa formación porque esto y mis estudios de Derecho me han servido para poder acometer trabajos como el del Festival de Almagro. Cuando entré, me encuentro con que, de gestionar mi compañía, tengo dos millones y medio de euros para gerenciar el Festival y es una responsabilidad grandísima, me gusta tanto la gestión como la dirección, todo está muy vinculado.

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¿Cómo ves a los profesionales murcianos?

Estoy muy contento de la cantidad de profesionales que está dando Murcia al mundo del teatro. Yo que estoy en Madrid, no te puedes imaginar la cantidad de actores, de técnicos, la cantidad de gente que se dedica al teatro en todas sus facetas y que vienen de Murcia. Es un núcleo de producción muy importante, tenemos la Escuela, el Aula de Teatro, el Teatro Romea, ahora el Teatro Circo, es un foco candente de producción de profesionales. De mi generación, Javier Almela, Pedro Yagüe, yo mismo, Daniel Albaladejo… con Dani empecé haciendo teatro en el instituto con ‘El sueño de una noche de verano’, en 2º de BUP. Murcia está muy bien vista y muy reconocida fuera como un foco productor de buenos profesionales de las artes escénicas.

Entrevista: Mercedes Zambudio

Fotografía: Fran Bécares

Lugar: Aula de Teatro de la Universidad de Murcia (UMU)

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Sobre el autor

Periodista y blogger de teatro. Seis años en televisión, al principio entre políticos, después conociendo las tradiciones de mi Región. Pero lo de que me emociona de verdad es sentarme en la butaca de un teatro. Ahora lo hago y te lo cuento. ¡Qué empiece la función! Mi blog www.teatrico.es

Una respuesta a Mariano de Paco: “Soy un poco friki montando”

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