Ad minimum: «Hay que volver a reivindicar la fuerza que tiene la palabra»

Inteligentes, creativas, divertidas, enamoradas de su invento… Los epítetos podrían sucederse hasta llenar todo el largo de esta publicación a la hora de presentar a Verónica Cámara y Bea Miralles, creadoras de Ad minimum, microeditorial independiente de poesía que reside en Murcia. Las idea, como todo lo bueno que pasa en esta vida, nació de su amistad, y a base de esfuerzo, amor y trabajo se convirtió en una realidad; una realidad de poesía, ilustraciones y origami, una suerte de reliquia atemporal que está pegando fuerte. Primero, con Manuel Pujante y Los afluentes del río’. Ahora, con José Daniel Espejo y su ‘Psycho killer Qu`est-ce Que C’est’. No paran en su esfuerzo por la palabra, para que vuelva a la piedra, pero lo que ya han conseguido es diamante, es un objeto de coleccionista y un trampolín para las nuevas voces, tan necesarias en los corredores del ahora.

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En pleno 2014, con la que cae, ¿cómo os metéis en el mundo de la edición?

Bea: Creo que por pura pasión y ganas de hacer cosas y de no detenerse. Al final, la locura viene de ahí. Realmente, es un proyecto que, como empieza desde algo pequeño, con la intención de expandirse desde lo pequeño, no consideramos que sea tanta locura.

Al final, la definición de ‘Ad minimum’ es esa, ‘lo menos posible’, algo minimalista.

Bea: Sí, nace así por pura cuestión económica. Al final, en lo que más terminábamos invirtiendo era en papel y la comedura de cabeza fue cómo montar algo con lo mínimo. También era un reto, porque muchas veces, cuando tienes pocos medios, tienes que tirar más de creatividad y romperte la cabeza, pero el resultado siempre es más sorpendente. En un principio íbamos a usar un pliego de A4, pero se nos quedaba como el libro más pequeño del mundo, cosa que no nos importaba, pero que era imposible de leer. Nos decidimos por el A3 y ha quedado muy bonito.

¿Cómo nace vuestra unión?

Bea: Amigos de amigos…

Verónica: Como Murcia es una ciudad en la que todo el mundo se acaba conociendo… Yo conocía a Bea de vista, del Puertas de Castilla, y por una amiga mía, le conocí personalmente

Bea: En Murcia, la teoría de los seis grados se queda grande, es de los tres grados (risas). La unión vino de conocer lo que hacía Vero, de que ella conociera las inquietudes que yo tenía con este proyecto.

Verónica: Un día le dibujé un pingüino, y todo empezó así.

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Al final, lo bueno es hacer algo entre amigos, como también nos pasa a nosotros. Parece más fácil, ¿no?

Bea: Parece que, por lo menos, llevas algo ya hecho. Al final, los colaboradores son amigos y la implicación es diferente. Puedes pedirle a tu amigo que te tire unas cuantas fotos. Cuando algo se hace entre amigos, parece que todo fluye mejor.

Poesía, ilustración y origami. A mí, al principio no me salía la solución a la suma, lo veía demasiado heterogéneo. ¿Por qué elegís estos tres campos?

Verónica: Lo del origami lo decidimos porque yo había conocido técnicas de encuadernación no convencionales, de plegados rápidos, y cuando Bea me dijo que quería hacer un libro pequeño, que fuera una hoja, le propuse este modelo porque me pareció útil para lo que quería. Nos planteamos cómo meter todo ese contenido en un folio, en un A3, y hacer un plegado de origami.

Bea: A partir de ahí, empezamos a conocer técnicas y dimos con el Instant Book, y esa fue la que realmente nos ganó, porque significaba utilizar unos recursos mínimos, pero conseguir un resultado muy interesante.

Verónica: Claro, puedes jugar con las páginas y, al desplegarlo, encuentras la ilustración de los poemas. Es aprovechar al máximo un papel.

En este siglo lo que se lleva es la rapidez y la intranquilidad. Quizás ahora es más necesario que nunca volver a la palabra, a la poesía.

Bea: Sí, ahora más que nunca. Mucha gente nos preguntaba: ¿Por qué poesía, un género siempre en crisis? Hay que volver a la fuerza que tiene la palabra y, sobre todo, reivindicar un género que te permite mirar hacia dentro.

Verónica: No solo pasa con la poesía, pasa con todo. Continuamente estamos intentando volver a lo tradicional. Por ejemplo, en la huerta. La gente está comenzando a pensar cómo volver de la ciudad al campo, o intentar volver al principio.

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Volvéis a la palabra y empezáis por Manuel Pujante, ¿por qué?

Bea: Primero, porque es una voz muy joven de Murcia y, a pesar de esa juventud, para mí y creo que para Vero también, lo que nos llamó la atención fue la potencia que tiene. Además, fue una apuesta de futuro, que es con lo que nosotros partíamos. Creemos que puede ser una de las voces más interesantes de los próximos años en Murcia. La idea fue esa, a parte de que nos une una amistad y que el proyecto le conquistó. Fue a la aventura, le dijimos que confiara, que iba a quedar algo bonito. Él confió y el resultado nos encantó a todos.

Verónica: Yo no conocía a Manuel antes de esto, pero ahora me parece una persona muy interesante. Colabora en La Galla Ciencia, y es interesante conocer a ese tipo de gente del campo de la poesía, ya que soy de Bellas Artes.

Bea: Claro. Cuando Vero y yo empezamos a conocernos nos dimos cuenta de que, en nuestro círculo de amigos, había gente que hacía cosas muy interesantes, casi desconocidas, y que las hacían, además, muy bien. Y pensamos: ¿por qué no unimos fuerzas? ¿Por qué no creamos una pequeña comunidad de gente con ganas de hacer cosas?

Cosas como poesía, que es un género, y es mi opinión, denostado, aunque es seguramente el que más importancia en el mundo literario ha dado a España. ¿Por qué pasa esto?

Bea: Yo creo que la poesía es de distancias cortas y la narrativa de distancias largas, por eso el público que alcanza esta última es mayor, por lo menos aparentemente. Y luego, creo que también es porque la poesía es un género de intimidad, de mesita de noche. Debe de ir por ahí. La poesía, lo que necesita, ya lo tiene.

Enviáis, si os lo piden, el libro por correo postal. Parece que sois unas enamoradas de lo tradicional.

(Verónica y Bea se ríen)

Verónica: A mí, es que cuando me llega un paquete a casa, me hace muchísima ilusión, es como algo que te da un plus de cariño.

Bea: Además, es que uno de los hándicaps más importantes era el tema de la distribución. Al no tener ISBN o ISSN, y llevar una licencia de Creative Commons, era por pura necesidad. En el mundo del fanzine siempre se ha llevado el intercambio: tú haces esto, yo hago esto, y nos parecía una filosofía muy bonita para respetar.

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¿Cuál es vuestro proceso de edición?

Bea: Siempre hemos elegido, primero, un poeta, y luego hemos pensado qué ilustrador, conociendo el trabajo que hace el escritor, puede casar mejor. Hasta ahora, el mix ha sido genial y, normalmente, los ponemos en contacto, aunque es como si no se conocieran, como una cita a ciegas. Cuando tenemos los poemas y ya existe la ilustración, desvelamos la sorpresa, y generalmente ha sido satisfactorio. En el caso de José Daniel Espejo, Diego Sánchez, que escribe el texto crítico, no conocía la ilustración y parece que está hablando de ella. Es muy curioso. También forma parte el azar.

Verónica: Y también apostar por gente de Murcia, para darles a conocer, aunque sea algo testimonial.

Y es importante porque dais voz a gente que tiene raíz aquí.

Bea: En estos dos primeros números (N. del R: el primero, de Manuel Pujante; y el segundo, de José Daniel Espejo), considerábamos importante tomar a gente de Murcia. Creemos que hay personas aquí que están haciendo cosas absolutamente maravillosas y que hay que reivindicar el producto local. No hay que tener el complejo de que como no es de fuera, no está bien. En el siguiente número si vamos a dar un salto importante, nos vamos a ir hasta Buenos Aires y vamos a publicar a una poeta, que no deja de tener conexión con España, y nos gusta mucho.

¿No os cerráis?

Bea: No nos cerramos. Incluso esto revaloriza el producto interior.

Verónica: Significa poder ampliar. Hemos pensado contactar con ilustradores como Puño, u otros que nos gustan mucho. ¿Por qué no vamos a pedirles que ilustren un número de Ad minimum?

Bea: La verdad es que vivimos situaciones muy bonitas. El otro día, un amigo que se ha ido a Méjico, nos ha planteado la posibilidad de llevar las publicaciones hasta allá. Y piensas: madre mía… No es ni un sueño hecho realidad, porque eran cosas que no nos planteábamos cuando empezamos. Realmente, es un regalo continuo.

Verónica: Ha sido un proceso de curiosas preciosidades, entre comillas, porque de repente, vemos que nos ha publicado una revista importante, y eso te dice que merece la pena seguir con el proyecto, que lo que hacemos tiene una transcendencia.

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¿Sois defensoras del libro en papel frente al libro electrónico?

Bea: Es diferente, ¿no? Al final se ha convertido en una guerra, pero creo que la convivencia es el mejor modelo. Sí que es verdad que en un principio, pensamos en hacer una publicación online, pero viendo los resultados, hubiera sido un auténtico fracaso, porque parte del encanto del proyecto es que es tangible. No nos parece mal lo digital, pero quizás los recursos analógicos nos resultan más atractivos ahora mismo.

Pero también trabajáis mucho las redes sociales como plataforma para daros a conocer

Verónica: Es una pena, pero un proyecto que no está apoyado en las redes sociales parece que no existe. Facebook, Twitter… Es el ahora, y hay que adaptarse.

¿Cómo sobrevive Ad minimum?

Bea: De momento, muy bien, se mantiene a flote. Ad minimum se autofinancia. La idea era hacer una inversión primera y, a partir de ahí, ver hasta dónde se mantenía autosostenible. Con Manuel Pujante ha sido increíble. Tenemos tres puntos de venta pero, al final, lo que más ha funcionado ha sido el punto de venta ambulante, de decir: “de tal a tal hora voy a estar aquí”, y que te respondan: “pues lleva unos cuantos libritos que te los compro”. Incluso conoces a gente a partir de haberle vendido un libro. Es como la droga, ¿no? (risas). Tu dosis de poesía.

Verónica: Es como la meth de Breaking Bad (risas).

O sea, que vendéis los libros a dos euros y esos dos euros van íntegros para el siguiente número. ¿Tenéis el sueño de vivir de esto?

Bea: Ojalá, sería genial. ¿Por qué no? De momento, lo pasamos bien y disfrutamos, que no es poco.

Es importante pasarlo bien en lo que haces, que estés enamorado y te guste…

Bea: Sí, creo que si el proyecto tiene sentido, es por eso. Lo pasamos muy bien. Y lo de vivir de esto, pues sería genial. ¡A quién no le gustaría vivir de sus pasiones! Sería un lujo. A largo plazo, sí nos planteamos darle una forma con más peso legal.

(En este momento, Verónica mira a Bea y la entrevista deja de ser entrevista, para ser conversación).

Verónica: ¿Sabes qué me ha pasado? Una amiga de Alicante ha visto lo que hacemos y me preguntó si le podíamos crear una agenda.

Bea: Sí, hay unas chicas de Murcia que me dijeron si podíamos sacar una línea de poesía y fotografía…

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¿Aceptáis manuscritos?

Bea: Sí. Pusimos la opción en la página web y empezaron a caer tantos mails al día que fue como… ¡Por favor! Fue una locura. Hay crisis, pero la gente tiene muchas ganas de hacer cosas y no se detienen, y lo hemos comprobado de primera mano con este proyecto

Leí hace poco Alabanza, de Alberto Olmos, donde se trata el final de la literatura, ocasionado por una obra comercial y frívola. Cuando lo leía, lo veía plausible. ¿Creéis que puede pasar?

Verónica: Siempre va a ver gente con inquietud por escribir. Mientras escribas algo que sea sincero, no importa la época, si hay ordenadores o hay papel.

Bea: No sé, igual se agota, ¿por qué no? No he leído el libro, lo tengo en la mesa de pendientes, pero puede suceder. Pero bueno, el arte también murió hace tiempo.

En Murcia hay una efervescencia de nuevos autores, tanto en narrativa como en poesía.

Bea: Sí, últimamente no hago otra cosa que preguntarme qué esta pasando en Murcia (risas), ¡qué nos han echado en la comida, o en la marinera! Es muy curioso como, aparentemente de la nada, hay un magma de escritores… Es la sensación desde dentro, y se ve diferente por que lo tienes cerca. No sé si Murcia llega fuera con la misma intensidad que desde dentro.

Y también hay un nuevo paradigma cultural en Murcia, con nuevos activos. ¿Qué cosas os gustan?

Verónica: A mí me gusta mucho Espacio Pático, un sitio en el que hacen exposiciones, eventos culturales muy bueno. También La Azotea

Bea: Y La Galla Ciencia, que son como nuestros hermanos en locuras. He vivido desde muy cerca parte del proceso de la revista y es increíble como la gente responde cuando tienes ganas de hacer algo. Hay un momento de efervescencia grande. Dentro del mundo del fanzine también hay gente con mucho recorrido, como el Colectivo Iletrados o la iniciativa de Javier Castro, la Fundación Newcastle.

¿Os vais a centrar solo en poetas jóvenes?

Bea: El catálogo se está haciendo a partir de gente joven (esto a José Daniel seguro que le encanta). En principio, no consideramos la edad como una criterio de excepción.

Las ventas en literatura están bajando, pero pequeñas editoriales que empiezan desde abajo, como Blackie Books, están haciéndose un hueco. ¿Pensáis que cambiará esta tónica?

Bea: Creo que hay terrenos que tienen un público, y es lo que tienen, y posiblemente nunca serán mayoritarias en el sentido de tener a las masas rompiéndose la camisa. Igual sí, y me estoy equivocando.

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Pero hay fenómenos groupie en la literatura, ¿eh?

Bea: Lo hay, lo hay. Creo que los que lo vivimos de cerca lo vemos, pero puedes vivir completamente al margen y no enterarte de todo eso.

Verónica: Volviendo a lo del fin de la literatura, creo que los avances tecnológicos pueden hacer que no veamos libros en papel y que se queden como artículos de coleccionista.

Bea: No sé, yo es que el Apocalipsis de los libros… Siempre he creído que donde se supone que está la muerte del libro, ves que los ebooks pueden almacenar miles de libros. Creo que donde la gente cree que termina la muerte del libro, es donde empieza para mí, donde reside el encanto de un libro.

Habláis de los objetos de coleccionista. ¿Sois fetichistas de algunas publicaciones?

Verónica: Sí, yo busco algo que sea diferente.

Bea: Yo he llegado a gastarme no sé cuánto dinero en fanzines. Lo somos.

¿Qué hay que tener para ser publicado en Ad minimum?

Verónica: ganas de trabajar, talento, inquietud, caernos bien (risas). Al final, todo va por contactos: “conozco a este poeta”, y otro dice: “yo conozco a este ilustrador”…

Bea: Tiene que pasar que, al leerlo, te provoque una punzada. Guiarte por la primera impresión.

¿Qué os parecen otras editoriales murcianas, también pequeñas, como Micromegas?

Bea: Nosotras somos tan “micro-micro”, que Micromegas nos parece enorme. Es sorprendente. Micromegas nació de un ¿por qué no?, y se está convirtiendo en algo pequeño pero muy potente. Además, nos gusta mucho lo que hacen.

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Para terminar, os voy a hacer una batería de preguntas rápidas. ¿A quién no publicaríais nunca?

Bea: A nosotros mismos (risas).

Verónica: A Tolkien.

¿Y a quién tenéis muchas ganas de publicar?

Bea: Pues mira, un sueño hecho realidad es la siguiente poeta a la que vamos a publicar, Natalia Litvinova. Para mí, es un sueño hecho realidad.

Verónica: Me encantaría publicar a Puño como ilustrador, me encanta como trabaja.

¿Un escritor murciano con el que os quedaríais?

Bea: Miguel Ángel Hernández. Aunque lo de “una sola cosa” es nefasto para mí (risas).

Verónica: Yo, que soy alicantina, elijo a Isabel Tejera.

¿Un sueño con Ad minimum?

Bea: Que continúe.

Verónica: Tengo la idea de que, cuando lleguemos a los 10 números, hacer una edición especial que los recopile, muy cuidada, con una caja muy bonita y con todos los Ad minimum dentro.

Entrevista: David Cano

Fotografía: Fran Bécares

Lugar: La Tienda de Susano, calle Trapería 2, Murcia.

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Sobre el autor

Periodista y escritor de 26 años, especializado en temas de literatura y redes sociales. Su bagaje le ha llevado a trabajar en medios como Canal + y La Verdad de Murcia, además de colaborar con distintas webs de temática literaria y editorial. Ganador de un accésit en el certamen Creajoven de Literatura por el relato ‘Redención’. Murciano convencido de que en esta ciudad hay un fuerte volcán lleno de creativo magma y que debe recordarse para que no caiga en el ostracismo.

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