Crítica teatral. Un rayito de sol hecho Carmela

Acaba de regresar a Murcia,  nueve meses después de su estreno en Teatro Circo, a las mismas tablas, la cuarta co-producción de este con una compañía murciana. En esta ocasión, Nacho Vilar Producciones.
¡Ay, Carmela!, con texto de José Sanchís Sinisterra, que el cartagenero José Bornás ha llevado al escenario tras mucho negociar con su autor, del que fue alumno de un curso de teatro clásico, para utilizar sus propias enseñanzas como arma para poder negociar con él. Para llevar a escena la historia de Carmela y Paulino, Bornás se hizo acompañar de dos grandes actores, Elisa Matilla y su paisano Daniel Albaladejo. Un trabajo que supuso para el actor cartagenero su regreso profesional a Murcia después de 12 años sin pisar un teatro en la capital y que nueve meses después de su estreno ha vuelto a Murcia.

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«¡Carmela, ven. Como mentira, como teatro!”. Y allí aparece Carmela, esa Carmela de mentira, delante de su Paulino al que, con el alma rota, le hace tanto mal verla como tener que dejarla marchar de nuevo. Y a quién no se le rompería algo dentro al tener que decirle adiós a esa mujer con tanto salero, simpática, guapa y con una verborrea que Paulino solo puede parar haciéndola salir a empujones del escenario. Porque Paulino piensa más con la cabeza que con el corazón, y su único deseo es cumplir con las ordenes de los nacionales que los tienen presos y poder volver a zona roja de donde nunca deberían haber salido.
Porque “Carmela y Paulino, variedades a lo fino” no son ni de un lado ni del otro, solo son dos artistas de varietés que han cruzado de una zona a otra sin darse cuenta y se han plantado en Belchite (Zaragoza) justo cuando esta era “liberada” por los nacionales. Y allí han sido hechos presos y obligados a hacer su espectáculo ante el ejército nacional y unos prisioneros de las Brigadas Internacionales a punto de ser fusilados. Un espectáculo del que Carmela no está nada orgullosa porque no lo ha podido ensayar y se ha tenido que hacer un vestido con unas cortinas, mientras, Paulino intenta camelarse a un teniente italiano que controla las luces del teatro así como su futuro.
La historia, planteada en flashback como en el original de Sanchís Sinisterra, y no como en la película de Carlos Saura que logró 13 Goyas, nos trae a Carmela desde una muerte que todavía está aprendiendo a manejar. Una muerte que transcurre entre un cruce de vías, donde se encuentra con Federico García-Lorca y donde nadie manda nada y todos los muertos, nuevos y antiguos, están a punto de montar un boicot porque allí no aparece ni Dios, ni la Virgen, ni el Espíritu Santo. Porque Carmela es fusilada antes que esos polacos rojos por protestar delante del ejército nacional por el futuro que les espera a esos extranjeros, huérfanos que no saben ni pronunciar el sitio donde van a morir y que son obligados a ver un espectáculo donde se ridiculiza la bandera que defienden.
Elisa Matilla y Daniel Albaladejo se ponen al frente de esta compañía dando vida a esta Carmela y este Paulino. Una Carmela, decía el día de su presentación, “más de corazón que de cabeza”, graciosa, inocente y muy humana que se niega a hacerles más daño a los soldados condenados que el que les espera. Albaladejo, dibuja un Paulino destrozado con la pérdida de su Carmela, seguro en su trato con ella pero sumiso y genial en su monólogo con el teniente en un italiano chapurreado – ¡qué gran ‘Otelo’ nos espera en enero! -. Un pequeño escenario isabelino sobre las tablas del Teatro Circo y una muy cuidada iluminación recrean aquel lugar de donde viene Carmela y las luces del Teatro Goya de Belchite donde están atrapados. No hace falta más sobre el escenario, donde el público hace las veces de ejército nacional y donde Paquito Sánchez interpretó en directo «Suspiros de España» esa canción, compuesta por dos cartageneros, que a Carmela le ponía los pelos de punta.

Crítica por: Mercedes Zambudio

Fotografía: Nacho Vilar Producciones; ecodeteruel.tv

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Sobre el autor

Periodista y blogger de teatro. Seis años en televisión, al principio entre políticos, después conociendo las tradiciones de mi Región. Pero lo de que me emociona de verdad es sentarme en la butaca de un teatro. Ahora lo hago y te lo cuento. ¡Qué empiece la función! Mi blog www.teatrico.es

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