Enrique Mena: “Yo quiero saber las entrañas del Arte, cuándo nace, la historia, el mundo artístico en cualquier país”

Doctor en Histora del Arte por la UMU y Licenciado en Publicidad, por aquello de que el diseño también es arte, este erudito de la pintura murciana de tan sólo 36 años, oriundo de Alcantarilla, se ha atrevido a escribir un tratado sobre el paisaje en la pintura de la Región a partir de los ’50, tema olvidado para los tratadistas murcianos. Los fines de semana casi siempre convence a su suegro para hacer escapadas a ver exposiciones, “como es maestro, tiene ese toque dulce, es un encanto de hombre”, así lo define Enrique.  La pasión de Mena por la pintura le viene de niño, “mientras mis amigos jugaban al fútbol, aunque yo también jugaba, pasaba muchas horas en el garaje de mi padre, allí tenía mi estudio. Yo soy un apasionado en todo, soy como un crío, cada día me sorprendo más, y conforme pasan los años esto empeora, mi madre me inculcó mucho el arte, todo viene de ahí. De niño siempre estaba dibujando”.  Su primera opción fue estudiar Bellas Artes, ya había hecho un curso de pintura al óleo en el centro cultural Infanta Elena, de Alcantarilla, ya creía conocer los secretos de esta disciplina, entonces pensó que no necesitaba maestros que le marcaran un camino, pero confiesa que pecó de ignorante porque reconoce que habría necesitado una formación más exhaustiva. Enrique devoraba libros de artes plásticas desde la adolescencia, Van Gogh, Renoir, Velázquez, “mi madre me hacía coleccionar este tipo de cosas”, recuerda con agradecimiento. Y en este momento se dio cuenta de que la teoría del arte era su vocación, y fruto de todo esto es su libro «Una mirada pictórica al paisaje regional del XX».

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-La pintura murciana del siglo XIX, desde Pícolo hasta Atalaya ha sido más que estudiada, pero creo que hacía falta una publicación sobre la pintura más reciente. ¿Qué te llevó a centrar tu tesis doctoral en el paisaje en la pintura murciana a partir de los años `50?

En un principio, la investigación previa que hice sobre el paisajista murciano Cayetano Toledo Puche, esto fue mi salto a la tesis. Me di cuenta que el paisaje estaba en Murcia muy tratado por pintores. Aunque sea una región pequeña territorialmente, ofrece una variedad, tanto geológica, como climática maravillosa. El paisaje es el hilo conductor de muchos cuadros de pintores murcianos. Me puse a investigar un poco más y vi que el único tratado un poco serio sobre pintores de esta época lo había hecho Antonio Oliver con ‘Medio siglo de artistas murcianos’, de los ’50 del siglo XX hacia atrás.
Mi tesis se inicia a partir de los años ’40, Antonio Segado del Olmo habla de que faltan tratadistas en Murcia que reflejaran esta pintura murciana. Y es verdad. Hay algunos catálogos monográficos, como el de Martín Páez, pero este recoge la generación del ’20, que es esencial en mi libro, que se acaba de publicar en diciembre de 2013. Ese apartado se llama ‘La eclosión pictórica’, es decir, el momento cumbre de la pintura murciana. Porque tenemos los precedentes de Atalaya o Sobejano, Hernández Amores, pero estos hasta finales del XIX están todavía trabajando en el Romanticismo y Neoclásico, aunque ya luego empiezan con el paisaje, pero muy dado al regionalismo, al costumbrismo, a esas cosas de la huerta. El salto interesante lo dan los pintores de la generación del ’20 que tú conoces, esto es, Gaya, Pedro Flores, Garay, Joaquín. Y sobre estos pintores, Martín Páez ha profundizado más. Es por eso que mi interés se centra en la generación siguiente, que yo la he llamado ‘generación de posguerra’. Yo no invento nada, ya hay autores que han escrito sobre esto, por ejemplo con ‘El puente nuevo’, el grupo de Mariano Ballester.  Su biógrafo, habla de la ‘generación de posguerra’, que abarca desde la ‘generación del ‘27’ hasta ‘El puente nuevo’ en los ’60.
Juan Bautista Sanz, que llevaba la galería Zero, también habla de la ‘generación boom’, de la eclosión de la posguerra. Yo lo trato en unas fechas concretas, de los ’40 hasta los ’80. Con la llegada de la democracia, que surge otro tipo de libertad, parece que hay un salto ya. Y sigo con generaciones posteriores, que no son de ruptura, tienen un nexo, están yuxtapuestos, están relacionados con ‘la generación de posguerra’. Francisco Cánovas, Pedro Serna, Gabarrón, que ya están trabajando antes de la democracia, Pedro Cano, y yo en mi libro tengo hasta un pequeño capítulo de los nacidos en los ’60 y ’70, que se titula ‘Treinta años del paisaje, del ’70 al 2000’, el paisaje ya está cambiando y va por otros derroteros, a través de nuevas tecnologías, nuevas investigaciones, a través de explorar otros campos, y el paisaje clásico también se ha perdido.

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-El libro que vas a presentar, ‘Una mirada pictórica al paisaje regional del XX’, lo calificas como una “síntesis mejorada” de esta tesis, dirigida por Miguel Ángel Hernández Navarro, padrino de Revista Magma, entre otras muchas cosas. ¿Cuándo lo presentas y dónde?

Por la concesión que me ha dado la Fundación CajaMurcia del salón de actos de Las Claras será el 6 de febrero a las 20h. Yo quería financiar mi libro, por mi parte hice todo lo que pude, llamé al servicio de publicaciones de la Universidad de Murcia, a Sabadell CAM, a CajaMurcia, me puse en contacto con algunas asociaciones, con la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca, todos me animaban, pero me decían que no había presupuesto, que son proyectos que ahora no pueden afrontar. En cambio, CajaMurcia sí se volcó en ofrecerme la sala, aunque no podían financiar el libro. Estuvieron muy dispuestos en hacer una rueda de prensa el día de la presentación y en acordar una fecha.
No tengo ningún afán lucrativo con el libro, no voy a ganar nada, como mucho voy a perder. El hecho de este libro -‘Una mirada pictórica al paisaje regional del XX’- es el interés de que salga algo novedoso sobre pintura murciana y no dejar en balde todo el trabajo de unos años de investigación. Después de obtener el doctorado cum laude, los profesores me advirtieron de que me iban a copiar, porque la tesis habla de tantos pintores, que cualquiera puede llegar y decidir hacer su tesis sobre Carpe, por ejemplo, o sobre Aurelio, y la van a hacer monográfica. Me aconsejaron que hiciera una publicación porque podía venir alguien detrás y decidir “voy a coger de esta tesis las treinta páginas sobre Aurelio y ya tengo base para mi tesis”. Aunque yo también acudo a catálogos, pero aporto mi opinión -bastante autorizada-. Mi idea es cumplir el sueño –de publicar un libro- aunque sea el primero y el último en mi vida.
Hace relativamente poco me crucé a Mari Carmen Sánchez Rojas –que finalmente interviene en el acto de presentación del libro el 6 de febrero de 2014 en ‘las Claras’-, catedrática de Historia del Arte jubilada, que a mí me dio clase, y nos vimos en la exposición de Artes Pásticas del Almudí. Ella tiene su peso en Murcia, tiene añoranza por sus años de profesora y yo era un alumno bastante ejemplar. El caso en que Sánchez Rojas me dijo que se prestaba para lo que fuera si necesitaba ayuda, que se volcaba en lo que fuera, que tenía su apoyo y que la llamara si me hacía falta.
La presentación la podría haber hecho sin que nadie se enterase, a nivel de redes sociales o hacerla por todo lo alto; y tengo esta oportunidad, y aunque haga el ridículo o me arriesgue, porque en eso consiste la vida también, en arriesgarse, he optado por esta última. Así que Mari Carmen Sánchez Rojas y Miguel Ángel Hernández Navarro –padrino de Revista Magma- van a participar en la presentación de mi libro y también os he llamado a vosotros, y decir: “aquí está el libro”. Que luego habrá gente que lo lea y discrepe en algo, pero, ¿qué más da? Yo estoy contento –con el libro-, ha resultado una especie de diccionario, recojo a tantos pintores, que en alguno puede que haya omitido algo. Aunque trate sólo una época en el libro, en mi tesis parto de generaciones del siglo XIX, y los menciono a todos, aunque sea en un párrafo pequeñito.
Mi pretensión es que los 100 ejemplares que voy a editar con Diego Marín tengan buena acogida, intentaré promocionarlo a mi manera, por las redes sociales, con grupos de amigos y con la presentación. Y tú, que eres genial, sólo con volcarte con tu interés, yo ya me quedo asombrado. En estos terrenos -de la investigación- yo los voy abordando solo, es decir, hay ciertas partes del libro que son como un salto al vacío –temas de la pintura murciana que no se han tratado aún-

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-¿Ha sido el paisaje la temática más importante de la pintura en la Región, en la segunda mitad del siglo XX?

El paisaje ha sido uno de los factores importantes, pero hay que tener en cuenta que el retrato ha sido un punto de inflexión en muchos pintores. En la posguerra, por ejemplo, Mariano Ballester se puede considerar como uno de los grandes retratistas que ha tenido no sólo Murcia, sino España. Pero también es verdad que muchos pintores han dejado el retrato muy marginado, como Avellaneda, Muñoz Barberán, Carpe, Luzzy, casi todos se han centrado en el paisaje. Este permite buscar una creatividad mucho mayor que el retrato, que te impone ciertas connotaciones que tienes que reflejar –el retrato tiene que parecerse al personaje retratado-. La libertad del paisaje es única, y esto supone para muchos artistas dejar volar su creatividad. Por ejemplo, Molina Sánchez está claro que es muy dado a la figura, no hay retrato, pero él ya tenía un problema, y busca su salida, el paisaje mezclado con figura, es así.

-¿Han influido los “pintores murcianos de posguerra”, como clasificas a Molina Sánchez, Muñoz Barberán o a Avellaneda, en la pintura española?

Contactos siempre han tenido en el exterior, y en común tienen que han estudiado fuera, casi todos han pasado por la Real Academia de San Fernando, en Madrid. Incluso, Mariano Ballester, dio el salto, igual que Aurelio, por Francia. Este seguro que dejó huella a su paso por Marsella, y Ballester en Francia de igual forma. Pero sí es verdad que por Madrid, incluso precedentes, como Gómez Cano, están muy reconocidos. Hay un apartado en el libro de aspectos culturales y situación en la época franquista, y cómo viven los artistas –españoles en esa época- y muchos se tienen que marchar. A raíz de la “Escuela Vallecana de pintura”, con Benjamín Palencia -ahora me viene a la memoria alguna historia de mi madre cuando coincidía con el pintor, ya mayor, en los cafés de Altea- , seguro que todos ellos tuvieron una gran relación, porque muchos tuvieron como profesores a los componentes de esta escuela antes nombrada y a los de la “Escuela de Madrid”, como Díaz Caneja. Aquí hubo una exposición de uno de los profesores de estas escuelas, Martínez Novillo, era de paisajes, y era sensacional –dice con rostro de entusiasmo-. Orto de ellos es Godofredo Muñoz.
La portada de mi libro es la torre de la catedral, de un pintor de Alcantarilla, desconocido, pero lo he elegido porque es un pintor clásico, y esta obra en concreto la hizo a modo de acuarela rápida, le obligamos a que la hiciera a bote pronto, para que le surgiera algo más vanguardista. La torre aparece algo deformada, con manchas, es muy bonita. Para mí esta portada es un homenaje a todos esos pintores murcianos anónimos, que pintan temas murcianos, que les apasiona Murcia y nunca van a ser reconocidos, van a ser los grandes olvidados, pero viven la pintura como cualquier otro profesional y tienen pasión por la pintura murciana. De ahí que sea un reconocimiento para todos ellos esta portada. Antes de coger a Aurelio o a Avellaneda, que me apasionan, pensé en este hombre, que lo conozco porque es amigo de los padres de Mari Paz, mi mujer. Un paradigma de estos pintores es Sanjo -erudito como pocos de la pintura de la Región de Murcia y de quien tengo el gusto de tener obra-, que aparece en mi libro, que es un hombre muy entendido, de los que se recorren siempre los fines de semana todas las salas, es entrañable.

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-¿Cuál de todos ellos elegirías para colgar un cuadro en tu casa y verlo a diario: Luzzy, Enrique Navarro Carretero, Avellaneda, Saura Mira…?

Es una criba bastante difícil, pero es verdad que hay algunos de ellos que son referentes, porque todos tienen hasta una progresión paralela. Muchos de ellos vivieron de su pintura. Pero otros  no, por ejemplo, yo en el libro hablo de Asensio Sáez como pintor a la sombra de la literatura, es decir, más literato que pintor, pero lo incluyo porque pertenece a esa “generación de posguerra” y veo interesante que esté en mi obra. Otro es Sánchez Borreguero, que fue médico. Pero es verdad, que de talla asombrosa…Ballester o Aurelio, uno de sus paisajes de la época de los ’60, de esos amarillos, esto sería de lo mejorcito. Luego, en el libro recojo la vertiente de la abstracción, que comienza en la posguerra, la generación del ’20 no la tratan; que de eso en Murcia no hay nada escrito, igual que el género del retrato. Yo hablo –en mi libro- de un género y de una obra determinada, la posguerra y el paisaje. Pero doy pie a mucha gente, joven o no tan joven que quiera mojarse, a hacer una tesis, tú mismo, que quiera hacer un artículo sobre el retrato en la pintura murciana o sobre la abstracción. Yo tengo un apartado pequeño sobre esta. Hablando de esto, ¡tener un Cacho en casa sería asombroso! -dice con los ojos de un niño que imagina su juguete favorito-

-¿Quiénes son los herederos actuales de esta corriente de posguerra?

Dentro de esta vertiente del paisaje continúan la «escuela de posguerra» los nacidos en los ’40, podrían ser Pedro Serna, que bebe mucho de Gaya, aunque no creo que le guste mucho que se diga esto de él. También podría estar Pedro Cano, que también hace mucho paisaje; y ya llega el salto a los ’50 donde está Hurtado Mena; en los ’60 destaca Pardo, con un paisaje muy profundo, pero hay otros que se mueven en varios géneros, no son sólo paisajistas. También nombrar a la pareja de arquitectos MUHER, a Vicente Armiñana, que son profesores en la Facultad de Bellas Artes; o Leandro Parra. Son todos muy dados al paisaje.

-¿Existen corrientes de pintura diferenciadas, de estos años, entre Murcia y Cartagena, donde podemos destacar a Enrique Nieto o José Barceló ?

En parte sí, aunque es verdad que Murcia es pequeñita y todos se conocían, pero Cartagena tiene un sello particular gracias al sello que impregna Vicente Ros en su academia, discípulos suyos son Enrique Gabriel Navarro y Luzzy, que son grandes muralistas, de los que abundan en Cartagena y en casi toda la Región. Nace una corriente muralista con Carpe, Avellaneda, Párraga, Ballester… pero esta vertiente de estos pintores es desconocida. Manuel Jorge Aragoneses habla sobre el mural, pero se queda en una época muy concreta. Cartagena tiene una paleta de gama cromática diferente, manejan no se si por la bahía, por las tierras de minas, Portmán, La Unión, los terrosos y los ocres que tienen esos territorios o las dunas en La Manga son zonas muy dadas a explorar por esos pintores. Igual que en Cieza los artistas son muy dados a explorar el Valle de Ricote o tierras de secano del interior.

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-¿Distingues alguna corriente o escuela diferenciada en la Región de Murcia, además de las mencionadas?

Cieza, Cartagena y Murcia, porque en Lorca, aunque salgan pintores, como Belzunce, José Dalmau, como Muñoz Barberán se fue de Lorca, no se ha establecido allí una escuela importante hasta hace nada, ahora están pasando nuevas generaciones por los talleres municipales de cierta importancia.
La “Escuela de Cieza” se distingue sobre todo por su vinculación al maestro Solano porque hasta Pedro Cano, que al ser de Blanca, también acudía a sus clases con José Lucas, con Camacho, con Pedro Avellaneda, el “Avellaneda desconocido”, que le doy un apartado en mi libro, como a Sanjo, porque son desconocidos. Tienen un sello tan personal por la tierra donde viven. El Valle de Ricote está próximo y las zonas áridas del interior, que lo dominan muy bien, aunque luego se vayan por otro lado, como José Lucas, que al final se desprende de todo hacia el terreno abstracto y es uno de los precursores de este movimiento y hay que incluirlo ahí, en la generación de los ’40, como a José Barceló o Gabarrón o Cacho, Ramón Garza, que son pilares de la abstracción murciana.
Si los lectores quieren saber si existieron “escuelas”, porque yo -en mi libro- las pongo en entredicho, hablo de grupos, si quieren saber si en Murcia hubo realmente cierta “escuela regional de pintura murciana” – que acudan al libro.

-¿Qué pintor de esta época crees que es “el gran olvidado”, como suele pasar a veces con geniales artistas?

De la “generación de posguerra”, Carpe podría ser uno de los grandes olvidados, porque vivió mucho tiempo fuera, ha tenido su importancia en Murcia, pero es como que se echa en falta una exposición sobre él. Incluso, el propio Enrique Gabriel Navarro, cuando me entrevisté con su hijo en Cartagena justo al fallecer el pintor, decía que su padre tenía un acuerdo con CajaMurcia para hacer una exposición de importancia en plan retrospectiva, pero se quedó pendiente. Luzzy sí tuvo una gran exposición en San Esteban, aunque luego no se ha vuelto a hablar de él. Carpe y Enrique Gabriel Navarro eran asombrosos en el mural, pero les faltó dar el salto al caballete, por eso no los incluyo en el top five de mi libro, pero vivieron del mural y es muy interesante también. María Dolores Andreo, la única mujer de este movimiento es otra gran olvidada, no tuvo hijos, es verdad que Murcia ofrece pocas pintoras; está también Sofía Morales, que es una extraordinaria artista, pero pertenece a la generación del ’20.

-¿Qué ha supuesto para ti publicar en la revista cultural “Cangilón”, de la Asociación de Amigos del Museo de la Huerta y fundada por el ilustre historiador y museólogo Manuel Jorge Aragoneses, que lleva más de 20 años editándose?

Fue una oportunidad, porque fue gracias a Ángel Luis Riquelme, el actual director del Museo de la Huerta, que sucedió a Saura Mira, el pintor de la posguerra, incluso el anterior fue Ballester. Yo presenté un programa educativo para el museo, no se llevó a cabo, pero Riquelme me propuso, que como historiador y como investigador sobre pintura murciana, escribiera un artículo breve en la revista Cangilón. Y se me presentó la oportunidad, estaba madurada la tesis, pero me pareció una puerta interesante y para mí era mi primera publicación. Hablo en él del paisaje y de los grandes tratadistas del paisaje a nivel internacional, en España me quedo con Javier Maderuelo, y de ellos hago unos precedentes importantes, el paisaje y su concepto, las variantes del paisaje. Y hablo incluso del significado de paisaje según la R.A.E.

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-¿Consideras a Carlos Pardo un continuador de la saga de los paisajistas murcianos a partir de los ‘50?

Sí, aunque nace en el ’70, pero junto con otros es uno de los que mantiene la identidad del paisaje, pero la extrapola a cierta vertiente más actual, no se queda anclado en lo académico, sino que va a un terreno totalmente innovador, un paisaje atrevido, casi rozando la abstracción. Cada fragmento de un cuadro de Pardo es un detalle abstracto, y la densidad con la que juega es brutal. Hay cierta continuación, yo dejo las puertas abiertas en mi libro, ¿qué pasará con el paisaje?, el paisaje siempre está ahí y siempre estará. Pedro Alberto Cruz, padre, decía “todo es paisaje, todo lo que nos rodea es paisaje”.

-¿Estamos escasos de pintores jóvenes de calidad en Murcia?, ¿destacarías algunos?

No, todo lo contrario, hay gente muy interesante, como Pedro Guirao, que es genial, de los ’70; está Zambudio, que lo hace muy bien; está Torregar, que a su nivel hiperrealista mágico, corriente Antonio López, lo hace muy bien; Javier García Herrero, de los ´80, que es totalmente Basquiat; Eduardo Pérez Salguero… muchos. Y hay que reconocer que la Facultad de Bellas Artes en Murcia ha hecho mucho por las nuevas generaciones. La gente tenía que emigrar a Madrid, a Valencia o a Granada –a estudiar-, yo conozco gente de mi generación, de finales de los ’70, como Rafael Picó, que tuvo que estudiar en Granada. Pero en Murcia hay muchas generaciones emergentes que tienen mucho que aportar, y ahora con la crisis fluyen más las asociaciones culturales, las uniones culturales, como ‘La Azotea’, donde tiene cabida la gente recién titulada, que no tienen espacio en las galerías de arte porque es difícil acceder a ellas, pero que se van abriendo paso a raíz de esa fusión de colectivos. Creo que están haciendo una labor en Murcia importante, y esto lo digo al final del libro.

-¿Crees que los “premios Toledo Puche” suponen un impulso para los pintores murcianos?

Llevan poco tiempo, pero han cogido relevancia y es verdad que el ‘Toledo Puche’ gracias a la labor de Joaquín Salmerón, director del Museo de Siyâsa, y a quien conozco bastante bien, la labor que hace de dar a conocer el premio, lo hace de forma sensacional. El hecho de llevarlo a la Universidad, a la biblioteca general…

¿Son reconocidos a nivel nacional?

Yo creo que no, no sé si han dado el salto todavía. El que sí es reconocido es el premio de la Cámara de Comercio de Murcia, en cuanto a valor –económico-; y a nivel internacional el premio de la UMU de Artes Plásticas, el último se lo ha llevado un chico de Granada. Yo presenté también un cuadro a este concurso cuando estaba en la Universidad estudiando –dice entre sonrisas, casi con pudor-, la única vez que me he mojado y he dicho, voy a hacer algo y a ver cómo responde la gente. Pero me equivoqué, porque lo trabajé tanto, pensando en alegorías y simbologías, que quedó muy teórico, “muy de historiador del Arte”, quedó muy académico.
Ahora soy admirador de Tápies, la única conferencia que he impartido ha sido sobre él, en el salón de actos de ‘Las Claras’ –Fundación CajaMurcia- , fue una “pasada”, la abstacción me vuelve loco. Tengo un reloj de Chillida que va conmigo a todas partes, tuve que ir a Hernani a peregrinar, para mí es un dios. Este verano fui al museo de Oteiza, a Alzuza, la escultura me atrae. Además, Oteiza es un filósofo que va más allá, retórico, difícil, denso, con él casi no puedes; él decía que «el desasosiego, la inquietud de las personas se ampara en tres cosas: la religión, la filosofía y el arte». Son las tres vías de refugio de las personas. Mi libro tiene una introducción con una frase de Eric Fischer, de su obra  La necesidad del Arte. Tengo la costumbre de subrayar todos los libros, en mi blog, El vacío del Arte, sale mi biblioteca, que para la edad que tengo no está mal, paño y medio de pared, con altillo hasta arriba con escalera, y soy dado a escribir en los márgenes y en la portada, tengo tantas citas que me resulta muy fácil coger un libro y tener la cita hecha. Durante la tesis me dio por leer La Necesidad del Arte,  de Fischer, me vino muy bien. En mi libro -‘Una mirada pictórica al paisaje regional del XX’- tengo una pequeña cita en la que digo que el arte es una especie de ayuda para afrontar la realidad, la existencia.

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-¿Echas en falta un Museo Regional de Arte Contemporáneo en Murcia?

Sería fundamental, y eso lo recojo muy bien en la tesis, que hasta hablo de un artículo de Pedro Alberto Cruz -esta vez sí es el consejero-, que decía que se volcaba en un Museo de Arte Regional Contemporáneo en la antigua plaza de toros de Cartagena, después se desvió al antiguo convento de San Francisco, en Mula, pero se ha olvidado, no sé si por presupuesto. Pero es verdad que Murcia tiene una relevancia tal en la pintura, de la que los murcianos no somos conscientes, pero viene gente de fuera y aprecian el nivel y la fuerza de la pintura murciana, eso se nota cuando trabajas en galerías de arte. Incluso con la generación del ’20, ya los críticos del momento lo solían decir, como Eugenio d’Ors, una de esas personas como Ortega y Gasset, con su obra La deshumanización del Arte.
En Murcia, lo que no se puede entender es que surjan fundaciones, que están muy bien y yo las apoyo, pero que haya un sólo museo desde hace muchos años dedicado a Gaya, que para mí es un pintor cumbre del s. XX en Murcia. Pero que surjan fundaciones como la González Moreno, Antonio Campillo, Pedro Cano o la de José Carrilero, este tiene un museo sensacional de cuatro plantas con el sótano, todo repleto de esculturas. Está el Museo de Fuente Álamo, con los premios internacionales, que son importantes, pero empiezan en los ’70 -es insuficiente esta atención de la Administración al arte contemporáneo-.
El director del MUBAM, Juan García Sandoval, se ha dado cuenta de la situación, y en la última planta ha hecho una pequeña salita donde recoge ciertos cuadros de la generación de los ’20, alguno de Carpe, y tres o cuatro más del XX, que estaban antes en los fondos. Antes había sólo una representación de los pintores tipo Inocencio Medina Vera, Sobejano, Alejandro Séiquer. Esto es un paso, pero nada más.
En el Museo Gaya hay un pequeño espacio con ciertos pintores de su generación, Joaquín, y algunos ingleses que estuvieron aquí en esa época, Bonafé…

-¿Qué opinas de la crítica de Arte en Murcia, abanderada por Antonio Arco y Mara Mira, entre otros?

El género de la crítica de Arte no está bien tratado en Murcia, debería tener más espacio y difusión, que le dieran más margen a las Bellas Artes en general en los medios. También más difusión a la Literatura, claro, falleció Antonio Díaz Bautista, que como crítico musical era muy bueno, aunque está también Jam Albarracín.
En la crítica de Arte hablo de los que tienen más solera, más repercusión, Pedro Alberto Cruz padre, Pedro Soler, Mara Mira, Antonio Soler, pero se marchó a Madrid. Son personas preparadas, que tienen cosas que decir, pero Pedro Soler reconoce que no es crítico, es periodista y que su misión es informar, el único destacable actualmente es Pedro Alberto Cruz Fernández, no Sánchez – que es hijo del primero, y actual consejero de cultura de la C.A. de Murcia-. Pero ni tienen reconocimiento, ni un espacio importante y estaría bien que hubiera una crítica más severa no tanto hacia el autor, pero sí hacia la Administración, si la Cultura murciana está a la deriva no pasa nada si se dice. No hace falta mojarse, ni decir nombres concretos, ni atacar a nadie.
Pero en Murcia hay mucho colegueo, se respetan mucho unos a otros, los periodistas conocen a los artistas y viceversa. Eso lo digo en mi libro, hay un apartado en el que me mojo. ¿Quién ha plagado las plazas de Murcia en los últimos años?, la escultura monumental en Murcia en bronce es de Mariano González Beltrán, te podría decir ahora mismo cuatro o cinco esculturas suyas, resulta raro que sea siempre el mismo. Lo mismo ocurre con las –exposiciones- retrospectivas de José Lucas en el margen de pocos años. En Murcia hay cierto oscurantismo en este ámbito, recelos…

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-Y ahora una pregunta que ha surgido durante nuestra charla, me has dicho que pintas, háblanos de esto.

Bueno, desde que iba al colegio, por la noche pasaba las horas muertas dibujando a carboncillo, conservo en carpetas grandes todos los dibujos. Sólo fui a una academia de los 18 a los 19 años, en ese tiempo en el que no sabía si hacer COU, hice un curso de pintura al óleo, porque tampoco quería dar el salto a los pinceles yo solo, quería saber cómo se hacen los fondos, cómo se hacen las nubes… Mi estilo, como historiador es inevitable, bebe del pasado, de todo lo que ha ocurrido en la Historia del Arte, que es una carrera muy visual. Yo tengo un defecto o una virtud, lo sabe Mari Paz, mi esposa, mi memoria puede ser normal, hay cosas que se me escapan, pero a la hora de retener visualmente lo analizo todo. Supongo que se debe a hacerlo con cuadros durante toda la carrera. Yo empecé –a pintar- haciendo copias de Dalí, tengo uno que es tal cual, el ‘Cristo de San Juan de la Cruz’, que es gigante, lo tiene mi padre en su casa; tengo también un óleo de Giorgione, ‘La tempestad’, lo elegí porque es un punto de inflexión del paisaje en la pintura, es renacentista, de la época de Tiziano, Veronés Tintoretto… Esa pintura rompe con la época anterior que incluye temática en el paisaje y con ellos el paisaje pasa a ser lo importante, el protagonista.
Como pintor, empecé como todos, copiando a los grandes, Velázquez y otros, pero no me identificaba con esto y empecé con los paisajes un poco impresionistas, pero ya he pasado al color -como lo más importante-, “las manchas”, llegar al lienzo en blanco y pasármelo en grande. Aunque sí es verdad que siempre dejando una pincelada, una pequeña huella de lo que he estudiado.

Entrevista por: Francisco Javier Nieto

Fotografía: Lola Salinas

Lugar: La Oveja Negra, Murcia

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Sobre el autor

Murciano del barrio de San Antón, soy Licenciado en Periodismo y Master en Radio. En el ecuador de mi treintena he trabajado en Onda Cero Murcia y Madrid, Onda Madrid, y los últimos años los he dedicado a la Gestión Cultural; soy medio Licenciado en Derecho, como muchos; y fui pianista en mis tiempos mozos, algo queda, al menos el gusto por la buena música. Pero sobre todo, soy amante de mi tierra, de su Historia, de su presente y su futuro.

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