M. A. Hernández “Entre que me toque el Euromillón y publicar en Anagrama, escojo lo segundo” (Parte I)

Murcia puede estar orgullosa de sí misma cuando se mire al espejo tras levantarse. Porque, entre otras cosas, verá a Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977), que ha dado el salto a la palestra nacional gracias a Intento de Escapada, su sublimación del mundo del arte que le ha supuesto el tercer puesto del Premio Herralde y la posterior publicación en Anagrama, editorial de la que se declara enamorado. Pero Miguel Ángel es más que Intento de Escapada: profesor de Historia del Arte en la UMU, ensayista, escritor de relatos, aficionado a las series y al Real Murcia, exdirector del Cendeac (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo de la Región de Murcia) y el firme exponente de una generación de escritores murcianos que están honrando el nombre de la ciudad a golpe de letras. MAGMA le robó 40 minutos de su ajetreada agenda para poner sobre la mesa arte y literatura, y ver cómo se peleaban.

 

Escapada hacia la literatura

¿Cómo pasa un profesor de arte a escribir una novela sobre el tema, en vez de un ensayo?

Por dos cosas básicas. Primero, porque yo siempre había escrito narrativa al mismo tiempo que ensayo. De hecho, el primer libro que publiqué fue un libro de cuentos. Desde un principio me interesé por la narrativa porque pienso que puede contar cosas que el ensayo o la crítica, no cuentan. Por otro lado, me decidí por la narrativa porque los ensayos sobre arte contemporáneo son cada vez más para especialistas y pasa como con otros trabajos, que al final se convierte en una disciplina tan cerrada, que nadie que no sea partícipe del grupo de los iniciados puede entender nada. Por eso, me interesaba abrir el campo y a la vez, escribir una novela, porque al final disfruto mucho más escribiendo narrativa que ensayo, al menos en este momento de mi vida. Para mí, la narrativa, ahora mismo, es un placer.

Informándonos, hemos sabido que Jorge Herralde, editor de Anagrama, se quedó tan fascinado con Intento de Escapada que la leyó dos veces. ¿Qué se siento cuando te llama Herralde y te dice que vas a ser publicado en Anagrama?

Pues mola un huevo (risas). Es un subidón absoluto que te llame Jorge Herralde, que es uno de los editores más importantes de España y una figura central en la edición de libros. Para gente como yo, que es friki de Anagrama, que ha aprendido de literatura con sus libros, es algo muy grande. Imaginar, simplemente, que el libro va a salir en la colección en la que ha sido publicada Los detectives salvajes o las obras de Vila-Matas, es como si un sueño se materializara de repente. Para mí, publicar en Anagrama estaba entre los sueños imposibles. Cuando supe que Herralde la había leído, para mí ya era un triunfo. Cuando me dijo que iba a publicarla, y cuando supe que había terminado en ese lugar en el jurado del Premio Herralde, no pude pedir más. Me dan a elegir entre que me toque el Euromillón o que me pase lo que me ha pasado, y elijo lo que me ha pasado (risas).

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¿Qué proceso creativo seguiste para crear la novela? ¿Qué aconsejarías a todos esos escritores que tienen una idea en la cabeza y quieren llevarla al papel?

Es complejo. Yo tengo una estantería llena de libros sobre cómo escribir una novela, cómo corregir, cómo publicar, cómo estructurar; he hecho cursos de escritura creativa…No me ha servido de nada, porque al final he hecho lo que me ha salido de la polla (sic). Soy lo más indisciplinado del mundo: empiezo la novela en un cuaderno, la sigo en el ordenador, vuelvo al folio, al final no hay un manuscrito previo, sino trozos. Lo primero que hago es imaginar el principio y el final, y hasta que no tengo eso claro (lo escribo más o menos y lo construyo), no me puedo poner a escribir, sabiendo que todo un año de bocetos y proyecto se va a ir a tomar por saco enseguida. Pero aun así, es imposible para mí ponerme a escribir la primera página si no sé de qué va a ir y cómo va a terminar. Tengo que llevar un mapa, aunque al siguiente paso me vaya por las calles y no sepa si voy a volver al mapa.

En la página 24 de Intento de Escapada, Marcos dice: “..somos vampiros que gozamos con la sangre y sólo nos parece que nuestra existencia tiene sentido cuando advertimos que el otro es una puta mierda y que se hace trizas cada dos por tres”. ¿Es así el ser humano en realidad?

Tiene mucho que ver con la idea de la que es la figura básica del siglo XX: la víctima. Es el siglo de las víctimas y cuando se escriba la historia de ese siglo se enfatizará en esa categoría: la víctima de los genocidios, la víctima del totalitarismo, la víctima del hambre, de las guerras. Parece que todos tenemos que ser víctimas de algo. En la novela En la orilla (que es un novelón, por cierto), Rafael Chirbes, hace alusión a ese sentimiento de que todos tenemos que ser víctimas de algo, porque parece que si no eres víctima de nada, no tienes nada que reivindicar. Por tanto, parece necesario serlo para que alguien goce con ello. Es como la comercialización o la mercantilización del dolor que, nosotros necesitamos para ser comprendidos, y los demás para comprendernos.

¿Qué pensaría Marcos de ese arte reivindicativo que envuelve movimientos como el 15M o los escraches?

Creo que a Marcos le interesaría mucho el arte social y sabría cuáles son sus límites, unos límites claros ya que hay un momento en el que esa expresión se puede quedar inactivo si sigue siendo arte. En el momento en el que alguien, en lugar de hacer política, hace arte político, ya no está haciendo política. Creo que si se quiere cambiar el mundo, mejor hacer política, aunque si uno es artista puede contribuir con su arte a cambiar el mundo, pero no es el lugar para hacerlo.

Marcos tiene su primera experiencia laboral en el arte con Jacobo Montes, un artista mundial. En la realidad, ¿existe ese chaval, estudiante, que es elegido para ser el chico para todo de un artista que visita una ciudad?

Sí, yo tuve a un estudiante que le pasó lo mismo con Kiarostami. Le tocó ser su Marcos. Cuando yo estaba dirigiendo el Cendeac y venía algún artista, siempre le tocaba a un alumno ser el chico para todo, por ejemplo, de Marina Abramović, o de Ulay, personajes más importantes que Montes. En un determinado contexto y momento (como el que trata la novela, entre el 2003 y el 2008, que es el momento de la burbuja cultural), era algo normal.

Y hablando de ese mundo, ¿estás cansado de que te pregunten si Jacobo Montes es Santiago Sierra?

No, porque al fin y al cabo es el juego que buscaba. Lo que me hubiera gustado es que Santiago Sierra dijera: “¡Oye, que yo no soy ese!” (risas).

Entonces no has tenido noticias suyas, no sabes si se ha leído el libro…

No, no lo sé, pero no me desagradaría, ni mucho menos, que se viese identificado, se enfadase, o le gustase. Montes no es Sierra, no se parecen en nada, y tampoco son el mismo artista. Montes tiene una trayectoria que no tiene Sierra, por ejemplo. Montes hace arte corporal, performances, y Sierra se inicia en la escultura y el minimalismo, en el arte social. Lo que sí comparten son ciertas ideas sobre el arte: sobre lo que puede cambiar, sobre cómo tiene que producir injusticia para visualizar la misma, toda esa serie de ideas que están dentro de la poética de Montes.

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Es interesante lo diferentes que ve Marcos a Navarro y a Helena. Al primero lo ve como a un funcionario, y a la segunda como a una docente con vocación. Gente como Navarro, ¿empequeñece las universidades?

Gente como Navarro hay en todos los lados, no es patrimonio exclusivo de la universidad, pero la universidad está llena de Navarros, llena de burócratas, de gente que realmente no ama el conocimiento. La universidad es un lugar en el que puedes mandar a la mierda la carrera de alguien si tú no demuestras que estás enamorado de lo que enseñas. La universidad española, especialmente, está burocratizada. Hay una parte de culpa que tienen los profesores, pero la mayor parte la tiene la estructura, que es la que produce esos profesores. La estructura termina pervirtiendo a esos docentes.

¿Por qué eliges a un estudiante para hablar de la sublimación del arte?

Es algo a lo que le di muchas vueltas. Primero, porque quería hablar de una juventud diferente a la que anteriormente se había tratado en las novelas de iniciación al arte, que era todo sexo, drogas y rock`n´roll. Quería contar otro modelo. Segundo, porque eligiendo un estudiante, eliges a alguien que no lo sabe todo. Si por ejemplo, en vez de Marcos, el protagonista hubiera sido un crítico de arte, el tono de escritura sobre el tema habría sido elevado, y se habría convertido en una novela para especialistas. Eligiendo a Marcos, conseguí no perder la idea de apertura que tenía con la novela.

Parte II

Entrevista: David Cano
Fotografías: Lola Salinas
Lugar:  Cafetería Zalacaín

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Sobre el autor

Periodista y escritor de 26 años, especializado en temas de literatura y redes sociales. Su bagaje le ha llevado a trabajar en medios como Canal + y La Verdad de Murcia, además de colaborar con distintas webs de temática literaria y editorial. Ganador de un accésit en el certamen Creajoven de Literatura por el relato ‘Redención’. Murciano convencido de que en esta ciudad hay un fuerte volcán lleno de creativo magma y que debe recordarse para que no caiga en el ostracismo.

3 Respuestas a M. A. Hernández “Entre que me toque el Euromillón y publicar en Anagrama, escojo lo segundo” (Parte I)

  1. anuskijester says:

    Después de leer la entrevista, tengo unas ganas tremendas de ponerme con «Intento de escapada», supongo que a parte de conocer al autor, era lo que se pretendía. Pues conmigo lo habéis conseguido.
    Ahhh¡ y también «En la orilla» de Chirbes, ….voy a visitar a mi querido Diego Marín….

  2. David Cano Gea says:

    Disfrutarás mucho de los dos libros. Son dos grandes de la literatura española.

  3. Pingback: Rafael Fuster: "La escultura que yo hago no se entiende sin la pintura, es casi una prolongación de esta" | Revista Magma

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